jueves, 13 de marzo de 2014

Agosto campal

No todos los veranos son iguales, no todos se parecen a la infancia, aunque tiendan a ella como a la esperanza. No es el futuro lo que miras cuando miras a lo lejos donde se pegan cielo y mar, es la profundidad de la calidez de un instante, el pasado que no se acaba. Ahora estoy sumida en Proust, en la edición definitiva de Albertine desaparecida, haciendo magdalenas caseras como quien hace castillos de arena con un vasito de yogur. A veces siento que me ahogo, pera ay! Tengo branquias!, puedo sobrevivir en este introspectivo mundo submarino de Marcel. Antes que esta primavera a la sombra de diez recuerdos en flor, me sumí en Agosto, de Tracy Letts. 180 páginas y un Premio Pulitzer. Y esa top model que es la familia feliz americana sufriendo una hemorragia interna incontenible. Tenéis ante vosotros en esta pieza un despiadado cuadro de familia en 4D. El tiempo, el tiempo perdido, la cuarta dimensión. Una madre y su larga vida. Tres hijas con poco en común. Una adolescente con adicciones. Un pervertido común. Una mentira. Y otra más...
Ya sabéis lo que suele ocurrir en realidad en los espacios pequeños cuando se juntan personas unidas por el darwiniano azar genético. Pero no ha sido el azar, sino la intención la que ha puesto esta cita de Robert Penn Warren como aperitivo en Agosto:"... La alegre reunión familiar con merienda al aire libre, bajo los arces, viene a ser como bucear en el estanque de los pulpos del acuario". El medio en Agosto es hostil. Es la casa a la que hay que volver tras alejarse, en la que se sientan a comer todos los que se han ido, como fantasmas con vulgares apetitos. Los fantasmas no son livianos, etéreos, almas blancas atrapadas en la oscuridad, sino gente ruidosa que come con las manos y eructa sin complejos. La casa familiar pierde a un hombre, Beverly, aficionado a la poesía, y la casa, en la que su esposa, Violet, enloquece por la boca, se convierte en un acuario de agua turbia, en el que un acontecimiento trágico arroja un buen chorro de lejía. El sentido proustiano de la intimidad, ese tormento tan reconfortante y armónico pese a sus desvaríos, se desintegra en este campo de batalla que Tracy Letts monta a las afueras de Pawhuska. En el centro de una familia... Normal? Juzgad vosotros a la dura luz de Agosto

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